Lilypie Waiting to Adopt tickers

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lunes, 20 de mayo de 2013

un día en la vida de Diminutez...


Estábamos los tres solos en el hall del Amanaya, prontito, no serian las 9. Estaba Abraham por allí, nervioso, esperando a la directora que no había bajado todavía. Por fin se sentó y nos lo contó. Había recibido una llamada a las 6 de la mañana. Un coche que traía a tres bebes con tres cuidadores se había quedado tirado a 100 km de Addis Abeba desde la noche anterior. Ya casi no les quedaba nada. Estaban angustiados. Tenía que ir a recogerlos deprisa. Pero necesitaba hablar con Mª Ángeles… que por fin apareció.

El padre de mi hija y yo estábamos dándole vueltas… podía haber sido la nuestra, probablemente llegó en circunstancias parecidas. Mi Santo se levantó de un bote y se ofreció a ayudarles por si  necesitaban cualquier cosa. Abraham rehusó el ofrecimiento y salió como una bala. Nosotros nos fuimos a desayunar.

Todavía no habíamos acabado cuando entró Abraham por la puerta: “ - M. vente, hay hueco para ti”.  La niña y yo salimos a la puerta a despedirles… si pudiéramos ir también… Pero no era una excursión, había que salvar tres vidas. Literalmente. Llevaban muchas horas tirados en una cuneta y aún tardarían bastante en llegar y traerlos de vuelta a la casita.

El trayecto no fue corto, las carreteras no están en buen estado y hay tráfico. Entraron en una carretera más nueva, completamente recta que parece ser que construyó una empresa española con financiación europea. El paisaje era a ratos espectacular, a ratos desolador… un esqueleto de vaca adornaba el último cruce de carreteras. Cuando por fin les encontraron a la orilla de la misma carretera, los tres chicos (dos chicas y un chico) estaban inmóviles en la parte de atrás, con 3 bebes de pocos días envueltos en telas y minibiberones alimentándolos. Formaban una maquinaria perfecta. Sin apenas moverse se ayudaban unos a otros con un solo bote de leche que se repartían en los tres biberoncitos. En pocos minutos habían terminado de apañarlos. Salieron del coche y se metieron en el de Abraham. Emprendieron la vuelta.


Abraham cruzo unas palabras con ellos. –“vamos a parar, los chicos no han comido desde ayer al medio dia” (serían ya las 12 p.m). Los chicos bajaron, dejaron los bebes tumbaditos y empezaron a estirarse. Estaban entumecidos,  no habían soltado a los bebes desde hacía más de 12 horas. Sabían que el calor de sus cuerpos era fundamental. Pero Abraham llevaba mantas y los bebes quedaron arropados y protegidos en el coche a pocos metros de donde comían. (con ojos de occidental es una barbaridad… los bebes solos en el coche…igual de barbaridad que llevar a los niños sin sillita, pero allí tu perspectiva se habitúa igual que los ojos a la oscuridad). M. inquieto se levantaba constantemente a mirarlos.

Los chicos apenas dijeron palabra. Devoraron la injera. M. disimuladamente, no les quitaba ojo. La ropa, las manos, los ojos, los pies descalzos… una de las chicas escondió los dedos de los pies.

-          “¿Por qué lo hacen? ¿les pagáis?

-          No, es absoluta caridad hacia los bebes. Solidaridad. No obtienen nada. Solo la comida y el viaje de vuelta.”


Volvieron al coche en cuanto hubieron terminado y continuaron el viaje hacia la casita. Al llegar todo el personal estaba avisado. Habían preparado las cunas, biberones, las telas que usan de pañales… Wini y Ele (la enfermera) estaban preparadas…caras serias y mucha preocupación. Eran bebes muy pequeños. Ele los revisó, los cambiaron y asearon, y por fin cada uno a su cunita con su minibiberon apoyado en una toallita cerca de sus caritas para que pudieran beber sin ayuda… si no lo ves, no lo crees. Bebes de días son capaces de beber su biberón solitos con apenas un poco de supervisión por si se les escapa demasiado lejos. Nuestros hijos son unos supervivientes que se agarran a chupetones a la vida.




Poco a poco se relajaron los ánimos, ya alguna sonrisa… todo había salido bien, había que llevarlos al medico pero todo estaba bien.


Los chicos pasaron de uno en uno al despacho a rellenar los partes. Se tomaron un café en el patio, hablaban unos con otros.

Mi Santo no quiere que lo cuente, pero me lo voy a permitir porque la historia la estoy escribiendo yo.

Cuando las chicas estuvieron ya mas relajadas en la casita y mientras esperaban turno para entrar al despacho, se les acercó disimuladamente y sin que le viera el resto del personal, les dio un billetito muy dobladito a cada una. No lo  miraron. Solo dieron las gracias con los ojos y por fin le dedicaron una amplia sonrisa. M. no encontraba al chico ¿y si ya se había ido? no sabía que hacer para hacérselo llegar.  Pero al rato apareció, probablemente avisado por las chicas. Se quedó cerca de M. sin decir nada, sin mirarlo. Solo se quedó por allí. M. se acercó y se lo dio, de nuevo amplias sonrisas. No esperaban nada.

No habíamos planeado nada y no llevaba demasiado. Era de los primeros días y tampoco teníamos muy claro el cambio. Después descubrimos que con unos pocos euros les había arreglado el mes… y no sabes si sentir pena, una pena infinita… o alegría, porque gente humilde carente de todo y sin esperar nada, salva vidas, las vidas de nuestros hijos. Y esa gente sigue allí y nosotros hace un año que estamos aquí…cómo podemos estar tan cerca y tan lejos…


Al cabo de los días volvimos a la casita. Íbamos con mas familias, a saludar y ver qué tal iba todo por allí. Nos acercamos a ver a los chiquitines.

” - Qué diminutez!!” le dije a M.
  - pues se nota que han cogido peso…- me contestó”

Una chiquitina empezó a llorar, había perdido su biberón. Se lo acerqué. Tragaba con hambre. Se acercó Ele, y me dijo: “- cubrelé la cabeza, pierden calor.”
Estuve observando largo y tendido aquella “diminutez” mientras le sujetaba el biberón. Qué ojitos! Qué morritos…!!!

El destino quiso que al cabo de los meses volviera a ver esos mismos ojitos y esos mismos morritos en la foto de asignación de una compañera de batalla. Para ellas escribimos este relato, para rellenar uno de los días que “Diminutez” estuvo sin su mama, y su mama sin su “Diminutez”. Porque tenemos demasiados días en blanco de nuestros hijos y probablemente alguien pudiera rellenarlos…




7 comentarios:

  1. Uf Addis, qué historia!!! supongo que allí será casi su día a día pero es increible que muchos de ellos lleguen sanos y salvo. La verdad es que son supervivientes, y no solo me refiero a los bebes.

    Un besazo,
    María J.

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  2. Suerte de los ángeles anónimos que ayudan a todos esos bebés, que posiblemente tendrán un futuro mucho mejor con una nueva familia que sí les quiera y pueda cuidar.

    Me alegro mucho que hayas contado esta historia, es fascinante todo lo que pasa y que si nadie te cuenta no lo creerías nunca.

    un beso

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  3. Sin palabras...millones de gracias....

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  4. Como orgullosa Tia de "diminutez" gracias de corazón

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  5. Como recuerdo ese dia!!! que envidia nos dio tu maridin cuando se fue con Abraham todos queriamos ir , pero como bien dices no era una excursión era algo mas importante una experiencia única que siempre recordara.
    Un abrazo

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  6. Me he emocionado mi niña. Gracias por contarlo, por los que lo leemos y por ellos, para rellenar essos huecos" como dices. Gracias por haberlos salvado.
    Se me pone la piel de gallina....
    Miles de besos.

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  7. Muchas gracias, de verdad.

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