¿Racistas y/o clasistas?

Cuando comenté la primera vez a un grupo de amigas que iba a tener un hijo negro, dos de ellas me preguntaron: - “no te da miedo el racismo?” . En su momento pensé que la pregunta era fruto de su propia ideología y les “expliqué”, muy didáctica yo, que hoy en día no hay mucho racismo, que vivimos en una sociedad multicultural en la que nadie juzga a nadie por el color de su piel.

Ja! Ja! y ja!! Todavía no tengo a mi hijo conmigo y ya me he tragado esas palabras con cucharón grande varias veces.

El discursito que les metí (me alegro de tener amigas que me quieren y me respetan y supongo que por eso aguantaron la chapa, posiblemente pensando “ya se caerá ella solita del guindo”) acababa con la típica conclusión de que en realidad somos clasistas y no racistas. Pero ahora creo que somos de todo, clasitas y racistas, y era sobre lo que quería escribir hoy.

Hace un par de findes salimos a cenar con unos amigos. Una de las parejas está formada por una amiga mía de toda la vida (M.) que un verano conoció a un italiano (L.) con el que acabó casándose y ahora forman una bonita familia con dos niñas. He de decir que L. me cae fenomenal y a M. la quiero por todo el pasado que nos une y espero nos siga uniendo mucho tiempo más. Pero el clasismo/racismo aflora por todas partes, incluso de las personas que nos rodean y a las que queremos.

Pues resulta que L. no tiene, como dirían las abuelas, “ni oficio ni beneficio”, estuvo trabajando una temporada en algo que le proporcionó su suegro pero ya hace meses que se le acabó el paro. Hasta aquí nada raro, entra dentro de la normalidad que tristemente estamos viviendo.

Mi amiga M. me preguntó por mi hermano, que se divorció hace años y es padre de mi único sobrino directo. Desde hace tiempo comparte su vida con una chavala de Perú. Tiene su trabajo, sus papeles en regla (que si nos los tuviera no pasaría nada de nada, pero además los tiene en regla, tiene la nacionalidad española). Pues le dije que están fenomenal, blabla, lo que iban hacer en vacaciones…blablabla… todo muy bien porque realmente estan muy bien. Pues al rato me dice: - fíjate, quien nos iba a decir cómo ha acabado el pobre…

¿PERDÓN? ¿Desde qué momento cada una estaba en una conversación diferente? En mi total perplejidad supuse que se refería a “haber acabado” con una extranjera, pero ella está con un italiano... Después pensé que a lo mejor se refería a que tiene un trabajo digamos “humilde” pero, su marido “no tiene ni oficio ni beneficio” y ya se ha acabado el paro!!! Pero al final supuse que se refería a la raza…¿Habría dicho lo mismo si fuera una diplomática, una ejecutiva o una artista? ¿Es peor “haber acabado” con una peruana que tiene su trabajito a acabar con un europeo que no tiene trabajo ni paro? Todo esto dejando a un lado los sentimientos y dando por supuesto que todos están igualmente enamorados.

Yo que siempre he ido de abanderada de la igualdad… me da vergüenza acordarme del discursito que metí a mis pobres amigas que no me replicaron ni una coma… Ahora que supuestamente estamos cerca, me siento como si me hubieran puesto unas gafas mejor graduadas...

Tendré que prepararme para lo que me venga porque mi hijo en la calle va a ser “un negro”, no mi niño negro precioso, querido y deseado. Va a ser “un negro”. Vete tu a saber qué cosas tendremos que oir y que actitudes torear. Solo espero tener la habilidad de darle las herramientas necesarias para que estas cosas no que le calen hasta los huesos.