Todo lo que se vive en Etiopia es muy, muy intenso. Tengo millones de fotos de casi todos los momentos importantes, pero los detalles se borran con los días, ¡como se borraran con los años!!!. Hice varios videos de momentos entrañables, comiendo un potito, gateando, en un baño o dando volteretas en la cama… pero me duele que se me borren los detalles. Voy a intentar recordar lo más fiel y sinceramente que pueda momentos como el encuentro ahroa que todavía estoy a tiempo.
El dia que llegamos después de no sé cuantas horas de vuelo sin dormir, sin desayunar y sin na’de na’ nos recogió Ephrem y nos llevo al hotel. La recepción estaba vacía porque era pronto, subimos a la habitación y cuando volvimos a bajar después de una duchita pero todavía sin café, encontramos un montón de familias, entre ellas la de Cristina y la de Ana, mis compis ciberneticas pre-Addis. Fue una alegría inmensa verlas y abrazarlas, después de tantos meses de correos… allí estábamos las 3 (tal y como nos vaticinó Cesar, un echador de cartas al que fue Ana en el mes de enero o febrero… pero esa es otra historia que a ver si os cuento otro dia).
Después de un cafetillo rápido pero buenísimo, Ephrem nos recogió, serían las 10. Creo que hasta aquí no estaba nerviosa. Estaba muy feliz!
En la Maquina de Ephrem venían otras dos familias. A la casita se llegaba por un camino sin asfaltar y en la puerta estaba el cartel de Feyda. Con los nervios y el ajetreo de estar acompañados hay cosas que no recuerdo bien pero las he visto en las fotos que nos hacia el bueno de Ephrem. Nos pusieron delante de la puerta principal (foto) salieron las cuidadoras (foto) sacaron a mi niña ….(foto) la cogi en brazos (foto) nos hizo un puchero (foto) y estalló a llorar (foto)… ¿que veía yo?
Solo su carita. A mi me entró la calma. No lloré. La abracé suavecito e intentaba decirle lo que les oí a las cuidadoras: backa- backa- backa- backa- backa… (algo como para-para-para-para, nuestro ya-ya-ya-ya-ya pasó… digo yo).
Esas dos primeras horas que pasamos con la niña fueron un intento continuo de que no llorara. Un muñequito, una canción, el reloj de su padre… pero cada vez que veía a una cuidadora pasar cerca se ponía a llorar para ver si la cogía… No me puse nerviosa, no se por qué, me sentía tranquila, allí me quedaría llorara o no llorara, allí estaría contra viento y marea, nena, mama no se va. Pero con mucho dolor de mi corazón, y supongo que con gran alivio para ella, si que nos fuimos, ese día era solo de visita.
Esa noche fuimos a cenar a un sitio tradicional con espectáculo. Nos fuimos los dos solos porque los demás ya tenían a sus niños. Era la única noche que se podía hacer. Cenamos cordero crudo, aunque en ese momento no lo sabíamos. El espectáculo fue increíble y nosotros estábamos entusiasmados. Yo no paraba de pensar “estoy en Addis, estoy aquí!!! Estoy aquí!!!!” intentaba absorberlo todo, las caras, los olores, la música… estaba muy feliz, inmensamente feliz. Después de haber pasado un día tan inolvidable y haber cenado tan bien, paseamos tranquilamente hasta el hotel, parecía que era de madrugada pero apenas eran las 10 de la noche. Caímos muertos en la cama.
Al día siguiente volvimos a la casita más o menos a la misma hora. La niña nos esperaba sin llorar pero muy seria. Ahora veo las fotos y creo que aquella era otra niña. Creo que aquella diminutez asustada que nos veía llegar con tanto recelo ya no existe. A veces me da pena que ya haya pasado todo lo de Addis Abeba, lo volvería a vivir una y mil veces. Después de tanto esperar, qué rápido pasa todo…
El caso es que la niña llorisqueó un poquillo, menos que el día anterior. Yo solo sentía paz, aunque no parezca lógico por como estaba ella, yo sentía una paz infinita. Ya estaba allí, ya la tenia a ella y lo que fuera lo pasaríamos juntas. Le di un biberón que se tomo a regañadientes, se hizo pis encima y me caló los pantalones con los que tenía que ir al juicio, y le tuve que cambiar la ropa dos veces porque se lo tiraba todo por encima. Me daba reparo por las cuidadoras que las pobres se desvivían para que todo estuviera perfecto. Allí le cambie el pañal por primera vez. De eso no tengo foto.
Nos fuimos al juicio. Me empezaba a sentir mal de la tripa (je! el corderito crudo…) se lo comenté a Alex, el chico que nos llevaba alli, se levantó un segundin, habló con una señora y la siguiente familia éramos nosotros. Nos habían dicho lo que nos iban a preguntar, asi que solo estaba nerviosa por mi tripa. A ver si me acuerdo:
- habeis visto a la niña y estais de acuerdo en adoptarla?
- conoceis a mas familias con niños etiopes?
- vais a transmitir algo de la cultura o información sobre etiopia a la niña?
- …pufff no me acuerdo… algunas no eran preguntas, eran afirmaciones que tu solo tenias que decir: “si” o “si,si, si,si, si,si, si,si, si,si,”.
Al final, nos dijo que todo estaba en regla y que a partir de ese momento la niña era nuestra hija. Era todo en un entorno tan frío e impersonal que no me esperaba mi propia reacción… pero cuando oi esas ultimas palabras me puse a llorar de golpe. De 0 a 100. Solo por esas cuatro o cinco palabras. Me tuve que controlar como pude para salir de alli con tanta gente en la sala de espera.
Pero la tontería se me cortó de cuajo cuando llegamos a la calle y nos rodearon un monton de chiquillos mas pequeños que mi sobrino, pidiendo lo que fuera, comida, una moneda, limpiarte los zapatos…son muchos los contrastes que vives allí. Tu vienes con tu emoción de que la niña es tu niña, y la calle te pone los pies en la tierra. No dimos nada a los niños por indicación de Alex. Se lo dimos a los mayores y en adelante hicimos lo mismo, solo dábamos dinero a las madres o las abuelas o a quien viéramos necesitado … bueno … es un decir, porque allí necesitados son prácticamente todos.
Pues con ese mejunje de sentimientos nos fuimos otra vez a la casita a recoger a nuestra niña. Nos la sacaron a la puerta pero la de la calle (foto) estaba muy seria, como aturdida. No lloró. Tampoco cerró la boca. Estaba pasmada, con el labio de abajo descolgado. La maquina de Ephrem estaba muy animada, había varias familias, risas, la gente hablando… yo me senté con la niña, en medio del alboroto, la abracé y empecé a llorar…ahora lo recuerdo y también lloro. Mi niña. Mi bebe…
Otro día os cuento su primer despertar con nosotros… de eso no tengo una foto, tengo cientos!!